El 10 de abril de 1912, el Titanic zarpó desde Southampton rumbo a Nueva York.
Era el barco más grande y lujoso jamás construido: 269 metros de eslora, nueve cubiertas, piscina climatizada, gimnasio, suites con chimenea…
J. Bruce Ismay, presidente de la naviera propietaria, iba a bordo.
Y según varios testimonios, no estaba allí solo para disfrutar del viaje.
Ismay quería demostrar al mundo que el Titanic no solo era majestuoso, sino también rápido.
Aunque el barco no fue diseñado para batir récords de velocidad, Ismay soñaba con salir en los titulares de los periódicos.
Se dice que presionó al capitán Edward Smith para mantener (o incluso aumentar) la velocidad, a pesar de que navegaban por aguas conocidas por su actividad de icebergs.
Era una oportunidad de oro: un viaje inaugural con el mundo entero pendiente de cada movimiento.
Llegar a Nueva York antes de lo previsto sería un golpe maestro de marketing.
Durante el 14 de abril, el Titanic recibió al menos seis mensajes de otros barcos alertando sobre icebergs a lo largo de su ruta.
Pero muchos de estos avisos no llegaron al puente de mando.
Algunos fueron ignorados.
Otros no se tomaron en serio.
El Titanic mantenía una velocidad cercana a los 22 nudos, casi su máximo.
El mar estaba en calma, sin oleaje.
Y esa fue precisamente una trampa mortal.
Sin olas rompiendo contra los bloques de hielo, los vigías no podían distinguir los icebergs a tiempo.
Para colmo, esa noche no había luna.
La oscuridad era total.
Y los vigías no tenían prismáticos (la llave del armario donde estaban guardados no se encontraba).
De repente, un iceberg apareció a estribor.
Se intentó girar y reducir la velocidad, pero era demasiado tarde.
A las 23:40 chocaron.
Durante una hora, nadie quiso creer lo que estaba pasando.
Los músicos seguían tocando y algunos pasajeros salieron a la cubierta con sus copas, como si fuera parte del espectáculo.
El Titanic tenía 20 botes salvavidas, con una capacidad total para unas 1170 personas.
A bordo iban más de 2200 personas.
No era un fallo de diseño.
Era una decisión económica y estética.
Las normas mínimas de seguridad no exigían más, y los botes “afeaban” la cubierta.
Para colmo, muchos botes partieron medio vacíos y las primeras órdenes no se comunicaron con claridad.
Algunos no querían subirse a una pequeña barca cuando estaban en el “barco más seguro del mundo”.
A las 2:20 de la madrugada, el Titanic desapareció bajo el agua.
Murieron más de 1.500 personas.
¿Para qué me cuentas esto Xisco?
¿Qué tiene que ver el Titanic con la inversión?
Todo.
Absolutamente todo.
Porque el Titanic no se hundió por un iceberg.
Se hundió por soberbia, por precipitación, por desprecio al riesgo.
Si lees la historia con gafas de inversor, encontrarás símiles y metáforas por doquier.
Pero aquí te comparto tres lecciones muy potentes:
1. No seas impaciente
No te apalanques para hacer crecer rápido tu patrimonio.
No inviertas en la empresa de moda que no para de subir.
Es fácil dejarse llevar por la euforia.
Lo sé.
Nos ha pasado a todos.
Pero como el Titanic, ir rápido en mar abierto puede ser un error fatal.
Las mejores empresas no necesitan correr.
Crecen de forma orgánica, rentable y controlada.
Y tú, como inversor, tampoco debes acelerar para “llegar antes”.
Recuerda:
Para llegar primero, tienes que llegar vivo.
2. Que no te falten los botes salvavidas
No importa cuánto creas en una empresa:
Nunca pongas todo tu dinero en el mismo barco.
El Titanic tenía tecnología avanzada, sí.
Era muy bonito, sí.
También decían que era insumergible.
Todo perfecto.
Pero se dió un hostión y acabó en el fondo del mar.
Y encima, no tenía suficientes botes.
Ten algo claro:
Cometerás errores y algún barco se te hundirá.
Y si no quieres acabar en el fondo del mar necesitas botes salvavidas.
En la inversión son:
Margen de seguridad.
Diversificación.
Activos no correlacionados.
Liquidez.
3. La calma es una ilusión peligrosa
La noche del desastre era perfecta.
Cielo despejado y mar liso.
Y esa apariencia de calma fue precisamente lo que hizo imposible ver el iceberg.
Cuando los mercados están eufóricos, todo parece fácil.
Las subidas constantes te convencen de que los riesgos ya no existen.
Y es entonces cuando más expuesto estás y más alerta debes estar.
Como dice Warren Buffett:
“Sé temeroso cuando otros son codiciosos y sé codicioso cuando otros son temerosos.”
La historia del Titanic no es solo una tragedia histórica.
Es una metáfora del exceso de confianza.
Del desprecio al riesgo.
De la impaciencia.
Invertir bien no es viajar en el barco más bonito y novedoso.
Es tener un plan por si el casco se parte en dos.
Es no necesitar correr.
Es no depender de un solo sistema para mantenerte a flote.
Es tener prismáticos y botes de sobra, aunque no los necesites.
Porque en la inversión, como en el Atlántico, el peligro que no ves venir es el que te puede hundir.
⚖️ Balance
Venga.
Basta de filosofía.
Toca repaso del patrimonio y movimientos del trimestre.
Voy a ser muy rápido que son las 9 y aún no he desayunado.
Al lío.
El quesito de mi patrimonio a fecha de hoy está así:
Y esta es la evolución del patrimonio:
Aproveché las caídas durante el jueguito de Trump con los aranceles para hacer lo siguiente:
Vender parte del oro.
Vender todas las acciones de Howard Hughes.
Vender todas las acciones de Mid-America Apartments.
Todo este capital, más un poco de efectivo disponible que tenía, lo he destinado a:
Comprar más participaciones en Numantia Patrimonio.
Comprar más acciones de Brookfield Corporation.
Comprar más acciones de Canadian Pacific.
Comprar más acciones de LVMH.
Incorporar Hermès.
¿Motivos?
Básicamente concentrar en empresas de mayor convicción y con mayor rentabilidad esperada.
Hermès no hace falta que diga lo buen negocio que es.
Siempre la he tenido en el punto de mira, y después de una bajada del 20%, decidí que era un buen momento para entrar en una empresa que espero hereden mis nietos.
Ale.
Esto es todo.
Me voy a comer un buen pa amb oli.
Y luego a seguir trabajando, que hay que pagarles las putas y la farlopa a nuestros queridos políticos.
Que tengas un buen día,
Xisco
👀 Ediciones anteriores:
❗DISCLAIMER: Esta publicación se expone a título meramente informativo y no constituye una recomendación de compra o de venta. Cada persona debe realizar sus propios análisis y tomar sus propias decisiones de inversión.
Desconocía esa parte de la historia del Titanic. Muy interesante 👍🏻
Xisco, me encantan tus notas. Muchas gracias por compartir tu visión y tu cartera.
Abrazo desde Rosario, Argentina.